He pensado que hoy sería un buen día para tratar un tema relacionado con un gran personaje del mundo antiguo. Pero a diferencia de lo que podías creer, no voy a hacerlo sobre un gran militar, ni tampoco sobre un conquistador, ni sobre un revolucionario de la época. No, esa no es la idea, sino que quiero explicaros algo sobre una de las mujeres más poderosas e influyentes de la antigua Roma: Livia Drusila, la mujer detrás de Augusto, y la madre de otro emperador, Tiberio.
Y es que voy a tratar de arrojar luz a un tema que a priori podría resultar polémico. Aprovechando que le dediqué un capítulo en mi último libro: ¿Sabías qué? Un paseo por la antigua Roma, he pensado en volver a hablar de ella. No debemos creer todo lo que las fuentes dijeron sobre esta mujer, ni sobre otras muchas en el mundo antiguo. Debemos pensar que el papel de estas en aquellos tiempos no era ni mucho menos el actual. Ellas lo sabían y actuaban conscientemente, así que no debemos perder de vista la idea principal con la que tenían que lidiar: vivir en un mundo de hombres, hecho por hombres y dirigido por estos.

Dicho esto, entremos en el meollo de la cuestión, pero antes os formularé algunas preguntas previas para que vayáis dándole vueltas. La primera de ellas, imagino que compleja sería: ¿Quién le iba a decir al gran Augusto cómo se iban a comportar sus sucesores? Si lo hubiese sabido, tal vez habría dejado un testamento muy distinto. ¿Hubiese sido mejor devolver el poder al senado como antaño en lugar de dar pie a una dinastía en la que gobernara un sólo hombre? ¿Era demasiado ambicioso creer que los que le sucedieran, serían capaces de gobernar de la misma manera que lo había hecho él? Si sabía qué clase de hombre era Tiberio, la cual cosa no pongo en duda, entonces, ¿por qué lo dejó al frente del Imperio?
Demasiadas preguntas y respuestas poco claras como podéis apreciar. Pero no os preocupéis porque aún hay más. Ya que si hubiese optado por devolver el poder al pueblo, la historia habría cambiado… ¿Para bien? ¿Para mal? Eso nunca lo sabremos, pero lo que está claro es que, si hubiese dependido de él, Tiberio no habría sido su sucesor, estoy convencido de ello, ya que ni el propio elegido deseaba ostentar la púrpura. Para ser francos, se sabe que no era santo de la devoción del propio Augusto, y por ello no era su primera opción. Pero ¿qué fue lo que ocurrió para que al final tuviese que quedarse con él y no con otro candidato más capaz?
Pues muy fácil. Todos los que le precedían en la línea sucesoria, murieron. Unos por edad y de muerte natural (los pocos) y el resto lo hicieron en extrañas circunstancias. Todos ellos, empezando por el desdichado Marcelo, y acabando por los hijos de Agripa, Cayo, Lucio y Agripa Póstumo. Todas esas muertes ocurrieron antes de lo previsto. Casi todos los herederos al trono imperial perecieron de forma prematura. Sobre todo los dos hijos mayores de Agripa. Pero ¿quién podía querer quitárselos de en medio? ¿El propio Tiberio? Lo dudo, pues como ya os he dicho antes ni siquiera él mismo quería ser emperador. Era un militar de carrera y la guerra era lo único que le interesaba. La política y dirigir un vasto Imperio era lo que menos le apetecía y el devenir dio buena fe de ello. Entonces… ¿Quién podía querer entronizarlo con tanto ahínco?
Entremos a analizar a la mujer que da título a la entrada de hoy. Es importante que sepáis que Livia fue la tercera esposa de Augusto. El hombre más poderoso de Roma se encaprichó de ella, y es que la mujer estaba casada con Tiberio Claudio Nerón. Aunque como debéis imaginar, aquello no fue tampoco un obstáculo para el por aquel entonces Octaviano. Así que en el año 39 a. C., decidió que sería su esposa.

Al pobre Claudio no le quedó más remedio que divorciarse de ella por muy enamorado que estuviera de ella. Se divorció básicamente porque si no lo hubiese hecho, Livia se habría podido casar con Octaviano al quedarse viuda. No debemos olvidar que, a todo esto, el bueno de Claudio estaba en el bando opositor al futuro emperador. Es decir, le quedaban pocas opciones, por lo que además de perder a su esposa, tuvo que asistir al enlace nupcial y presenciarlo en primera persona. La vida en ocasiones puede ser cruel sin duda.
Y sobre Livia… ¿Qué podemos decir? Sabemos que fue una mujer poderosa e influyente. Destacaba por ser inteligente, y no por ser la esposa de Augusto, estuvo a su sombra. Fue todo un ejemplo de virtus para las féminas del Imperio además de una defensora de los valores tradicionales. Aunque a su vez supo jugar bien su papel, por lo que algunos la tacharon de ser una manipuladora. Aunque las fuentes jamás dijeron nada al respecto, ya que era difícil acusar a la mujer del emperador, hoy en día existen algunos indicios para pensar mal sobre ella.
Las malas lenguas del momento, pertenecientes a la clase senatorial que creía en la República tradicional, ya insinuaron que tuvo algo que ver en la muerte de Marcelo en el 23 a. C. Este era el hijo de Octavia, la hermana de Augusto. El pobre, en pleno apogeo de su carrera y siendo un firme candidato a la sucesión, enfermó gravemente y falleció. Si hubiese existido una medicina forense como la que tenemos hoy en día, tal vez se hubiesen hallado restos de veneno en su cuerpo. Quién sabe… Aunque siempre nos quedará la duda de si la mano de Livia estuvo detrás de ello o no.
Tras la muerte de Marcelo, Augusto designó a otros herederos. Su preferido fue Druso, el hermano del propio Tiberio. Este también era hijo de Livia, y fue un hombre muy querido por el pueblo y un magnífico general. Pero falleció en el año 9 a. C., tras sufrir una caída de su caballo. La herida abierta de su muslo se gangrenó y nada se pudo hacer por él. Dudo mucho que su madre tuviese algo que ver en este lance del destino, por mucho amor que le profiriese a su otro hijo, Tiberio.

Pero como los dioses son caprichosos, les llegó el turno a los hijos de Agripa. Lucio, el más joven, murió en extrañas circunstancias a la edad de 19 años en Masilia. Su fallecimiento se dio cuando se encaminaba a Hispania para adquirir su primer mando militar. Las fuentes oficiales hablaron de enfermedad contagiosa, pero podría ser que hubiese sucedido otra cosa… Ya me entendéis. Dos años después, falleció Cayo, el otro hijo de Agripa. Dicen que fue herido en combate (tal vez a traición) y que murió a causa de unas heridas mal curadas. Tenía 24 años. Y es aquí donde surge de nuevo la pregunta. ¿Pudo estar detrás de esa muerte la larga mano de Livia?
Y es que debemos tener en cuenta que ambos muchachos habían sido elegidos sucesores de Augusto. Pero la mala suerte quiso que fuera el primer emperador de Roma el que les sobrevivió a ellos. Poco antes de morir, lamentó la pérdida de ambos, atribuyéndola al caprichoso fatum. Agripa tuvo un tercer hijo varón, al que le dieron el sobrenombre de Póstumo, pues nació tras haber fallecido él. ¿Qué es lo que le sucedió a este desdichado? Podéis imaginarlo… Al poco de morir Augusto, los guardias que le custodiaban en su destierro de la isla de Planasia recibieron la orden de acabar con su vida. Entiendo que no es necesario que diga nada más.

¿Habéis visto o leído Yo Claudio? Los que hayáis leído esa magnífica obra de Robert Graves, o hayáis visto la serie de la BBC, sabréis por dónde van los tiros. Y es que, en ambas, se nos muestra una imagen de una Livia malvada. Una mujer que no deja de planear y urdir tretas para acabar con todos los sucesores de Augusto que puedan hacerle sombra a su hijo Tiberio. Al final de la obra, es la propia Livia la que le confiesa todo a Claudio. De esa forma trata de justificar sus actos en pro de evitar que se produjese de nuevo otro conflicto armado entre romanos.
Ahora os voy a dar mi opinión sobre Livia. ¿Era tan arpía como nos pinta la obra de Graves? ¿Quiso que su hijo fuera emperador a toda costa sin importarle acabar con toda la oposición? ¿Fue capaz incluso de envenenar a su propio esposo en sus últimos días de vida? Veréis, creo que no era una santa, ya lo he comentado antes, pero tampoco creo que fuese tan despiadada. Sería podo inteligente tratar de acabar con tantos miembros de su propia familia. Es decir, si hubiese querido, lo habría podido hacer… eso es evidente, supongo que ocasiones y herramientas tendría.
Pero ¿por qué no optó por convencer a su esposo, al cual manipulaba a su antojo, para cambiar el testamento? Un movimiento tan simple como ese hubiese evitado muchas muertes. Pero las cosas no sucedieron de esa manera. Tampoco le preguntó a su hijo por qué no quería ser emperador. Si le hubiese hecho caso, y hubiese respetado su voluntad, tal vez (en el caso de que la culpable de tantas muertes hubiese sido ella) todo lo sucedido no hubiese sido necesario.
Como veis estoy adentrándome en un terreno pantanoso. Obviamente, Livia tenía mucho poder y se permitía hacer según qué cosas que no estaban al alcance de cualquiera. Tal vez mató a Agripa Póstumo, ya que era un candidato firme para ocupar el trono en detrimento de Tiberio. No es que la quiera justificar, pero lo veo más normal en ese caso. Pero, matar a Marcelo en el año 23 a. C., ¿era necesario en ese momento? Es cierto que Augusto gozaba de muy mala salud y que las circunstancias de la muerte fueron poco claras. Pero quizás las acusaciones vertidas sobre ella sean un poco precipitadas. Llegados a este punto, me gustaría volver a formularos estas preguntas a vosotros para que os comáis un poco la cabeza ya que eso es lo bonito de la historia.
Podemos creernos lo que dicen las fuentes oficiales (que en ningún momento acusaron a Livia de nada, por lo menos no abiertamente). O bien podemos quedarnos con la adaptación de Graves (quizás dramatizando la situación para crear una trama compleja para su obra). O optar por un punto intermedio entre ambos… Lo que está claro, y lo que siempre digo, que cuanto más atrás en el tiempo nos vamos, menos fuentes escritas encontramos. Y eso quiere decir que más imaginación debemos echarle al asunto.
Además, si en la actualidad se manipula la información, ¿no iban a hacer los propio los romanos? Debéis tener claro que en esos momentos Roma pasaba por una transición política. Quedaban atrás muchos siglos de República, donde unos pocos habían tenido el poder. Y se daba paso a un régimen podríamos afirmar que totalitario. Un mal que los antiguos romanos siempre habían detestado. Así que imaginad lo que se pudo escribir sobre aquel momento. Y más si lo que se quería era dejar mal a una mujer en un mundo de hombres. Difícil sin duda. Sin más, espero que estas líneas os hayan gustado y que se pueda abrir una línea de debate acorde a las ventajas que nos ofrece una perspectiva más moderna de los hechos.
Un saludo y disfrutad de un feliz día de la mujer.
Bibliografía:
- Goldsworthy, Adrian: Augusto, de revolucionario a emperador, La Esfera de los Libros.
- Roldán, Blázquez y Castillo: Historia de Roma, Tomo II. El Imperio romano. Ediciones Cátedra.
- Pomeroy, Sarah B.: Diosas, rameras, esposas y esclavas, mujeres en la antigüedad clásica. Akal Ediciones.
hipolito dice
Gracias por tus aportaciones en al sección de «Por los dioses» en el podcast de la biblioteca perdida, son muy amenos.
Enhorabuena de un mochuelo
Sergio Alejo dice
Muchas gracias por el comentario de apoyo Hipólito, de verdad que uno se siente mejor cuando le dicen que esta haciendo un buen trabajo. Esta va a ser una muy buena temporada de Por los dioses y de La Biblioteca Perdida, espero que la disfrutéis todos los mochuelos. Un fuerte abrazo amigo.
Pedro Carvajal de Torres dice
Con todos mis respetos, eres un historiador que acepta sin cuestionar la historiografía oficial y se conforma con los datos aportados en ese gran libelo que fue la «Vida de los doce césares» de Suetonio y poco más. Podría extenderme con alguno de mis artículos de historia sobre Tiberio al completo, pero baste decir, y según la opinión de muchos historiadores, que Augusto fue el el creador del Imperio Romano y Tiberio el que lo consolidó. Entre los dos sentaron las bases para que aquel gran imperio se prolongara en el tiempo. Jamás la tesorería romana llegó a ser tan rica como la dejó Tiberio al morir. En cuanto a Livia Drusila, fue la tercera mujer de Augusto, su compañera y consejera más valiosa y fiel; además de encarnar toda su vida a la perfecta matrona romana. Así mismo fue una dama muy apreciada, querida y admirada por los romanos. Muy lejos de esa malvada envenenador del libro de Robert Graves «Yo Claudio». Todo esto se puede constatar si se investiga a fondo y no solo con los datos históricos «oficiales», libelos como el libro de Suetonio que solo quiso ensalzar a Trajano, escribiendo que todos los emperadores romanos anteriores a él (salvo Augusto del que no se atrevió a hablar mal) fueron unos degenerados gobernantes, y claro, con el ejemplo del chiflado Calígula y el mal gobierno de Nerón, lo tuvo fácil. Pero hubo otros emperadores de la línea Julio-Claudia, excelentes gobernantes, como Augusto, Tiberio o Claudio (que a pesar de las limitaciones físicas de este último, era un sabio con una basta cultura, además de buen gobernante)
Conclusión: hay que investigar más.
Ahora falta comprobar si hay coraje para publicar este comentario
Sergio Alejo dice
En primer lugar gracias por el comentario, en segundo decirte que no me conformo con los datos aportados por Suetonio, y si piensas eso es que no has leído el artículo completo. En tercer lugar, me parece desafortunada tu intención de querer generar polémica y de lanzar amenazas del tipo de si tienes coraje aprueba el comentario. En cuarto lugar, añado que debes quedarte con la parte de las dudas que planteo sobre las fuentes, y si me siguieras, cosa que creo que no haces, sabrías que constantemente pongo en duda la fiabilidad de las mismas ya que es obvio que es muy complicado encontrar imparcialidad en ellas. En cualquier caso, simplemente se trata de exponer lo que dice la historiografia. Jamás digo en el artículo que no fuera apreciada por los romanos, ni la trato de envenenadora sin compasión, simplemente expongo que hay quien dice que lo fue, pero que yo no lo tengo tan claro. Y lo que es evidente es que Tiberio no quiso ser emperador, era militar y no entraba en sus planes ser el gobernante del imperio, quizás más fue cosa de su madre que de él. Tampoco expongo datos sobre las cuestiones económicas ni de tesoro público por lo que no creo que sea necesario que lo comentes como si yo lo hubiera mencionado (evidentemente tratas de lucirte y de demostrar cuanto sabes).
En fin, acepto tu comentario sin problemas, pero me molesta mucho que cuestiones si investigo más o menos, sobre todo después de haberme hartado de consultar fuentes para escribir mis novelas y mis artículos, y si no estás de acuerdo con un dato lo puedo entender, pero amigo, siempre desde el respeto. Me sobra la frase final de si tengo valor para publicar tu comentario.
Con esto cierro el debate porqué mi intención es divulgar y no polemizar, y si no te gusta mi enfoque, pues sencillamente no leas lo que publico y tu vida será más sencilla. Por desgracia cada vez sois más los que cuestionáis el trabajo del resto en lugar de dedicaros a hacer vuestras cosas.
Un saludo y que los dioses te sean propicios,
Sergio Alejo Gómez
Dani dice
El problema con las fuentes romanas es que para ellos la historia era una herramienta para la política y no tenían ningún problema en mentir o exagerar con tal de arrimar el ascua a su sardina. No como los griegos que si buscaban la objetividad en la historia.
Sergio Alejo dice
¿Qué tal Dani?
Pues sí, los historiadores romanos no dudaban en explicar su historia de la forma más conveniente, y lo cierto era que esa historia era básicamente más pro senatorial que favorable a los emperadores y a sus familias, que siempre estuvieron en el ojo del huracán. Es por ello que siempre pido que tratemos de ser imparciales y objetivos a la hora de analizar esas fuentes.
Gracias por el comentario.
Sergio
Xaime dice
Hola!
No soy un historiador, pero si alguien mató a tanta gente estoy casí seguro que no fué una mujer, me parece una visión hipermachista de Graves donde las mujeres eran las malas con los buenos cesares y sin embargo no aparecen con Tiberio y Caligula. Y Mesalina como hasta la llegada al poder de Claudio a la cima nunca fué mala. Tan listo como se le pinta al tonto de Claudio y al final fué manipulado por una mujer… No es creible.
Es como todo lo malo de los hombre como en la propia Biblia es Eva…
Sergio Alejo dice
Que tal Xaime,
Precisamente de eso va mi artículo, de romper un poco los tópicos que acusan a Livia de ser tan mala y tan cruel. La obra de Robert Graves no deja de ser ficción, escrita en tiempos donde la mujer seguía ocupando un papel totalmente secundario en la sociedad, así que no hay que darle más vueltas. Estoy muy de acuerdo con tu reflexión. Un saludo y gracias por el comentario.
Sergio AG