Hola a tod@s.
En esta entrada quiero haceros llegar mis impresiones sobre la última novela que acabo de leer: La Paz de Troya, de Natàlia Senmarti. Fue su autora la que se puso en contacto conmigo y me hizo llegar un ejemplar, ya que me dijo que seguía con asiduidad mi web y quería que le diese mi opinión sobre su obra. Si os soy sincero, es la primera vez que me sucede esto, por lo que no se bien como saldrá esta reseña literaria que os presento. Evidentemente no soy crítico literario, aunque intentaré transmitiros mis impresiones personales sobre la novela, desde mi perspectiva de historiador y escritor.
Para empezar os diré que la novela se desarrolla en un contexto que me encanta: los años posteriores a la conclusión de la guerra de Troya, aunque también hace referencia a la propia guerra en sí, mediante la técnica de los flash back’s (que por cierto me encanta y que Natàlia sabe aprovechar muy bien). Como ya sabéis, he tratado anteriormente este tema, tanto en la sección de mi blog, ¿Sabías qué?, como en la del programa de radio La Biblioteca Perdida, en la sección en la que colaboro y que lleva por título, ¡Por los dioses!.
No entraré ahora en el debate de si la guerra se produjo o no, ya que eso lo podéis leer si os interesa en la entrada La guerra de Troya, ¿realidad o mito? o en la cuarta entrega del programa del cual también realicé su correspondiente entrada ¡Por los dioses! Cuarta entrega.
En cualquier caso, y sobretodo por lo que antes he comentado, cuando Natàlia Senmartí se puso en contacto conmigo y me ofreció la posibilidad de leer su libro y hacer una posterior reseña, acepté encantado. Era para mí un honor y un placer que quisiera contar con mi opinión, a la vez que un reto que estaba dispuesto a afrontar. A ver que tal se me da esta nueva faceta como crítico literario.
Entrando ya en materia, que si no se me va el santo al cielo… La acción nos traslada hasta la isla de Creta, unos cuantos años después de la victoria aquea (micénicos) sobre la ciudad de Troya. El protagonista, de nombre Crisanto, es uno de los hijos del todo poderoso Aquiles, héroe de la guerra. Este hombre, tras su regreso del largo conflicto, se establece en la isla, donde se enamora de una mujer y tiene una hija con ella a la que llama Kritia.
Pese a haber sido guerrero desde muy joven, finalizado el conflicto, abandona esa vida y se convierte en agricultor y ganadero, además de en aedo, una especie de poeta cuenta cuentos. Entre sus pasiones, está la cría de caballos, de la que saca provecho, ya que estando en Troya, tras demostrar ser una persona íntegra en un ambiente bélico, recibe de Andrómaca, mujer de Héctor (ya fallecido en ese momento), unos ejemplares como obsequio para que se los quede.
A través de Crisanto, conoceremos con detalle lo que ocurrió durante la guerra entre los aqueos y los troyanos. Él mismo se encargará de ir relatando tanto a su hija y sirvientes, como a los invitados del wánax (una especie de rey micénico) de la capital de la isla, los hechos de los que él mismo fue protagonista. Estamos pues ante un relato, como ya he comentado anteriormente, en el que los flash back’s aparecerán en diferentes momentos, cosa que sin duda se hace indispensable para darle fuerza al relato y comprender lo que sucedió en aquel sangriento conflicto.
Sin duda es una narración que te atrapa desde el principio. La técnica que usa la autora para relatar las aventuras en Troya dan una perspectiva diferente de lo que allí sucedió. Humaniza a través de la figura de Crisanto, los hechos que desde otros puntos de vista han sido tratados como heroicos. Debemos recordar que no dejó de ser una guerra, con sus miserias y desgracias, y el protagonista nos lo recuerda constantemente. Este, se muestra atormentado por lo que tuvo que vivir, lo deja bien claro en todo momento. Es por ello que la autora nos deja ver como algunos de los que le escuchan (sobretodo su hija), son conscientes del dolor que le provoca recrear en su mente los hechos vividos. Cada vez que habla sobre el tema, la amargura y el dolor se adueñan de él y las heridas parece que vuelven a abrirse.
Como ya he dicho antes, su relato aleja esa visión heroica que intentó transmitir Homero en su obra, para darle un punto de vista mucho más humano, y menos divino, pues aunque los protagonistas se encomiendan a los dioses, estos no intervienen de manera activa en el conflicto como sucede el el relato del famoso aedo. La guerra es entonces un hecho terrenal, de los hombres, y no deja de ser un compendio de muerte, destrucción, hambre, epidemias… Natàlia nos ha querido dejar patente la realidad de los conflictos bélicos, nos ha demostrado que aunque los siglos pasen , las guerras conllevan siempre las mismas consecuencias. Además, nos ejemplifica cómo los supervivientes tienen que convivir a diario con sus demonios del pasado, con lo que han hecho, con lo que han visto, con lo que han dejado hacer,… Sin duda me parece un relato extraordinariamente duro, en el que el protagonista debe luchar contra sus recuerdos y afrontar lo que allí pasó para superarse a sí mismo. Esa parte psicológica también es importante, la figura del veterano de guerra parece tomar forma en la personalidad de Crisanto.
Aunque no se limita sólo a ese aspecto, sino que el trasfondo de la novela nos muestra un futuro incierto para la civilización aquea. Una amenaza oscura se cierne sobre ellos. Los victoriosos micénicos, que lucharon durante años en Troya (ella nos dice que cinco años en lugar de los diez de Homero, cosa que me parece más verosímil), pese a vencer, tendrán que prepararse para una amenaza que pondrá en peligro las estructuras de su civilización: la invasión de los Pueblos del Mar (otro tema que si más no viene cargado de misterio).
La obra tiene también espacio para el amor. Nuestro protagonista, tras haber perdido tiempo atrás a su amada esposa, conocerá a una misteriosa mujer procedente de Egipto que le hará volver a sentir la intensidad de esa emoción.
Sin duda es un relato muy completo, donde hay espacio para todo. Guerra, amor, traición… Tengo que reconocer que me ha hecho estar atento al devenir de la historia en todo momento. No se hace pesado, pues la lectura es dinámica y ágil, lo que se agradece. En cuanto a las descripciones, la autora nos las hace demasiado extensas, y eso hace que no agobien al lector o le hagan perder el interés. Los protagonistas están muy bien desarrollados, lo que sin duda también ayuda. La escritora se ha tomado su tiempo para hacer ese trabajo y ha sabido captar perfectamente las emociones que sienten y transmiten todos ellos.
Una visión muy documentada sobre el final de la civilización micénica, y sobre la cultura y religión de la isla de Creta antes de la llegada de los Dorios y los Pueblos del Mar. Se nota que hay un trabajo de investigación y contraste de datos muy elaborado, lo cual sirve para que la obra sea mucho más seria y rigurosa. Las notas a pie de página ayudan a esclarecer algunos términos más complicados, lo cual es también sirve como ayuda para el lector, a la vez que denotan que Natàlia se lo ha currado mucho.
A modo de conclusión y desde mi opinión de historiador y escritor podríamos que decir novel, puedo decir que la obra está muy bien. La valoración que le doy es positiva y os recomiendo la lectura. No os explico nada más de la historia, pues no me gustaría desvelar la trama. Os dejo que os hagáis con un ejemplar y os sumerjáis en el maravilloso mundo de la cultura micénica de finales de la Edad del Bronce. Estoy convencido de que el viaje os agradará y la historia que Natàlia nos explica, no os dejará indiferentes.
Un saludo a tod@s.
Natàlia Senmartí Tarragó dice
Alejo…no tengo palabras.
Gracias amigo por tu lectura profunda, intensa y amable. No podría esperar mejor lector, uno que también escribe sobre novela histórica y !muy bien! acabo de leer «La misiva de sangre» y acto seguido, «enganchada» por la trama, he pasado a leer «El enemigo interior», así que me considero amiga del legionario Valerio y su «contubernium». Te digo cuando termine la segunda parte de las «Crónicas de Tito Valerio Nerva», de momento me tienes fascinada.
Lo cierto es que has captado al dedillo lo que quise decir en «La paz de Troya», añadiendo que el viaje también significa otra parte esencial del relato, la mediterránea de Eneas y Odiseo, camino de conocimiento, aventuras y curiosidad, eternas desde entonces hasta hoy, base nuestra cultura y que nos explica.
Nada más amigo, espero verte y hablar largo y tendido sobre esa pasión, a veces sufrimiento, placer, que significa escribir. !Salve!