Bienvenidos a una nueva entrega de ¿Sabías qué? Esta semana voy a volver a viajar a nuestra querida y amada Roma, para hablar sobre la figura del prefecto del pretorio. Y es que este cargo llegó a ser con el devenir del imperio uno de los más poderosos dentro del Estado. Tanto que los hombres que lo ostentaron jugaron un papel determinante en la política imperial. Según algunos investigadores, su preeminencia llegaría a hacer peligrar las propias estructuras del Imperio. Pero no nos adelantemos en el tiempo, vayamos paso a paso.
Origen del cargo
¿Cómo, cuándo y para qué cometido se creó este cargo? Esas son las grandes preguntas que nos surgen cuando hablamos de la figura del prefecto del pretorio. Fue creada por Augusto y su función inicial era la de comandar a la guardia pretoriana. Este cargo se otorgaba a alguien que gozara de plena confianza por parte del emperador y no estaba sometido a ninguna otra autoridad militar.
Su residencia estaba en la capital mientras el emperador también estuviera allí. Y cuando este salía de campaña o de viaje, el prefecto le acompañaba al frente de seis cohortes. Las otras tres permanecían acantonadas en Roma.

Aunque con el devenir de los tiempos y de los emperadores, el o los prefectos (dependiendo quien fuera el emperador podían ser dos o incluso tres), irían asumiendo más funciones y poderes de los que tuvieron inicialmente. Eso como veremos supuso un problema incluso para los propios emperadores. Estos sin darse cuenta habían creado un monstruo.
Poco a poco, el prefecto llegó a convertirse en el hombre al mando de todas las tropas acantonadas en la península italiana. No sólo de las tropas terrestres, sino que también estaban bajo su control las flotas de guerra de Rávena y del Miseno. También ostentaba el mando de las milicias rurales y también de otro tipo de tropa llamada stationarii. Estos se encargaban de combatir a los bandidos y prevenir las posibles revueltas.
Poderes más allá de lo militar
Dentro de esas funciones militares, el cargo también implicaba que el prefecto se hiciera cargo del abastecimiento de todas esas tropas que estaban bajo su mando. Pero además, obtuvo poderes judiciales cómo ya os he dicho antes, básicamente en todas las causas que ocurrían en suelo italiano. Aunque a partir del siglo II incluso tendrían más poderes en ese ámbito concreto.
Hasta la aparición del prefecto del pretorio, el que hacía esa tarea era el prefecto de la ciudad, pero este no tenía tanto radio de acción. Tan sólo tenía bajo su mando a las cohortes urbanas, con lo que su poder estaba más limitado.
Septimio Severo, puso a gente de su confianza tanto en la guardia pretoriana como en el cargo de prefecto. De ello ya os hablé en la entrada del blog: El papel de la guardia pretoriana. Fue Severo el que quiso cambiar un poco la situación, y lo que hizo fue reforzar su posición. ¿Y de qué manera lo hizo? Muy fácil, estacionando de manera fija la Legión II Pártica, creada por él mismo, en el monte Albano, a las afueras de Roma. Esta fuerza legionaria quedaría directamente bajo el mando del prefecto para lo que quisiera.
Así vemos, que no sólo contaba con las cohortes de la ciudad, sino que además ya disponía de una legión completa a su disposición. ¿Se podía sentir uno más poderoso?
El movimiento de Severo
Claro que Severo lo hizo con una doble intención, la de controlar la ciudad y dotar al prefecto de una herramienta extra. Aunque también tuvo en cuenta el poder tener controlado o atemorizado al mismo Senado. Y es que este emperador no gozó de muchas amistades dentro de ese órgano así que optó por vigilarlo de más cerca.

Quizás Severo elevó más en el poder al prefecto del pretorio. Y es que cómo emperador no pasaría demasiado tiempo en Roma ya que estaría más ocupado en las fronteras. Dotándole de más poder, esa figura se encargaría de hacer su papel en la capital y en toda Italia. Se convertiría en el hombre de confianza y en sus ojos en Roma.
Así pues, el prefecto pasaría a tener además de la autoridad militar, también la potestad civil o la posibilidad de acuñar moneda. También se encargaría de la administración del territorio y de los temas judiciales. Cómo veis, ostentaría en sus manos las mismas responsabilidades que podía tener el propio emperador.
Así pues, los prefectos del pretorio serían los únicos funcionarios estatales que ostentaron tanto el poder militar como el civil en sus manos. Al menos hasta los tiempos de Constantino que fue el que les retiraría los poderes militares dejándolos tan sólo con los civiles, que no eran pocos.
El prefecto del pretorio en tiempos de Cómodo
Pero no hay mejor ejemplo para tratar la figura del prefecto del pretorio que el de los años de gobierno del emperador Cómodo. Y es que una de las causas de la mala gestión imperial se debe atribuir a los distintos hombres que ocuparon el cargo. Eso y la mala gestión que hizo el propio Cómodo que llegó a duplicar el cargo en momentos puntuales. No es cuestión de culpar a otros hombres de su torpeza al frente del Estado.
Partamos de los primeros años de gobierno del emperador. Y es que tras suceder a Marco Aurelio en el trono, se quedó con gente que le había servido con lealtad. Así pues, mantuvo como prefecto del pretorio a Tarruntenio Paterno, que había servido a su padre. Aunque este buen hombre no conservó el cargo más que dos años, del 180 al 182.
¿Y por qué tan poco tiempo? Fácil, pues porque estuvo implicado en la conjura o conspiración orquestada por Lucila, la hermana de Cómodo para derrocarlo. Ese momento marcaría un antes y un después, al menos para los consejero de confianza que Marco Aurelio había dejado a su hijo. Algunos de ellos, los más afortunados fueron apartados de los puestos de poder. Los menos, directamente asesinados, haciendo que el emperador renovara su equipo más directo.

Que te intente asesinar tu hermana debe ser algo complejo de digerir, así que Cómodo comenzaría a desconfiar de todo su círculo más cercano incluyendo a sus familiares. Muchos fueron los que cayeron en esa purga. Entre algunos de los que pudieron huir se encontraban personajes tan importantes como Septimio Severo o el propio Pértinax que acabarían siendo emperadores.
Los sucesores en el cargo
Después de la caída del prefecto Paterno, ocupó el cargo un hombre de origen itálico, de nombre Tigidio Perennis. Este se erigió como el hombre de confianza del emperador. Se convirtió en uno de los personajes más poderosos del imperio, al menos hasta el 185. Fue ese año el de su caída, cuando la avaricia se convirtió en su talón de Aquiles.
Fue entonces cuando la cosa se le fue de las manos al prefecto. El tipo que se había crecido, trató de hacerse con el puesto del emperador. Podríamos decir que ahí sí que se le fue la cabeza del todo. Aunque Cómodo reaccionó con contundencia y lo mandó ejecutar junto a sus hijos que también estaban implicados en el asunto.
Cómodo se dio cuenta de que el error radicaba en el hecho de que un solo hombre ostentara tanto poder. Así que decidió colocar a dos prefectos para que se repartieran las funciones del cargo. Se mantuvo vigente ese sistema entre los años 186 y 189, hasta que ascendió al cargo un liberto llamado Cleandro.
Y a este Cleandro tampoco le fue muy bien la cosa, ya que se dedicó a vender cargos políticos entre otras malas praxis. La cuestión fue que se granjeó más enemigos de los que debiera y tuvo lugar una revuelta popular que acabó con su ejecución.
Un cargo maldito
Le sucedió un tal Julio Juliano que pasó sin pena ni gloria por el cargo, que ya era mucho teniendo en cuenta a sus predecesores. Juliano dejó paso a un personaje que sería fundamental en el destino de Cómodo: un tal Quinto Emilio Leto. Y es que este Leto sería uno de los implicados en la conspiración que acabaría con la vida del emperador.

Claro que no lo hizo sólo, y tampoco fue el brazo ejecutor del asesinato. Fueron varios de los colaboradores más cercanos del emperador los que instigaron el asesinato. aunque se le atribuye la idea al prefecto del pretorio, que ocupaba el cargo desde el año 191.
Las fuentes clásicas tratan de defender la postura de los conjurados. Alegan que estos se percataron de que el emperador se preparaba para acabar con ellos. Así que les justifican en cierto modo diciendo que se limitaron a anticiparse. El elegido para sucederle al frente del imperio fue Helvio Pértinax del cual se tiende a pensar que no sabía nada del complot. Aunque para ser sinceros no cuadra mucho esa versión, teniendo en cuenta que los que le colocaron habían sido los mismos ejecutores del plan.
Tiempos convulsos para el Imperio y para los prefectos
Con el nuevo emperador llegarían tiempos convulsos como bien sabréis con la sucesión de varios candidatos y las posteriores guerras civiles. En esa época de transición otros hombres ocuparon la prefectura relevando a Leto. Los más importantes fueron Plauciano y Papiniano que lo fueron en tiempos del gobierno de Septimio Severo. Estos fueron hombres versados e intelectuales de su tiempo.
Cuando Severo murió en York allá por el año 211, le sucedieron en el cargo sus dos hijos, Caracalla y Geta. Y todos ya sabéis como acabó el asunto entre los hermanos. Los por entonces prefectos del pretorio, Patruino y el anteriormente nombrado Papiniano fueron ejecutados por Caracalla ¿Cuál había sido su falta os estaréis preguntando? No implicarse en el parricidio, y es que el emperador tal vez buscara que le apoyaran o justificaran su terrible acción.
Pero Caracalla, según las fuentes “senatoriales”, siguió con sus conscripciones y represiones contra todos aquellos que se oponían a él. Eso obviamente le granjeó pocas amistades con el órgano, al igual que su mismo padre. La cuestión fue que paró bastante poco por Roma, quizás por su escasa popularidad y pasó más tiempo en las fronteras.

Cómo sabéis Caracalla puso en marcha una campaña que debía ir a Oriente a luchar contra los partos. En esa expedición también estaban los prefectos del pretorio designados por el emperador: Advento y Macrino. Fue este último el que orquestó la conjura para asesinar a Caracalla, que pereció mientras hacía sus necesidades.
Los prefectos al poder
La cuestión fue que tras deshacerse del emperador, Macrino se apropió de la púrpura. Para su desgracia no le duraría demasiado, y es que apareció en escena Heliogábalo, que pertenecía a la estirpe de Severo. Pero la tradición también culpa a Macrino de su propia caída, ya que parece que no supo escoger demasiado bien a los prefectos del pretorio durante su mandato.
Los elegidos no tenían experiencia suficiente como para ocupar el puesto. Aunque conociendo a los prefectos, también existía la posibilidad de que Macrino decidiera colocar a hombres poco ambiciosos que no hicieran lo mismo que él. Tiene más lógica si acaso.
Heliogábalo tampoco hizo las cosas mucho mejor que su predecesor. Y es que dentro de sus ya conocidas excentricidades, nombró prefecto del pretorio a un hombre poco capaz. Esa decisión, entre otras muchas acabaron en una conspiración y la muerte del emperador y de su madre. A estos les siguieron los prefectos del pretorio que corrieron la misma suerte.
El peligro de llevarse a un prefecto a la guerra
Ahora voy a hacer mención a algunos casos en los que los emperadores fueron asesinados en plena campaña militar en oriente. El primero fue Gordiano III que acudió a la frontera oriental para frenar a los ejércitos de la nueva dinastía persa, los sasánidas. Para ello envió a Timesteo, su prefecto del pretorio y suegro para abrir camino.
Este tuvo cierto éxito, mientras el otro de los prefectos, de nombre Filipo se quedaba en Roma sin saborear las mieles de la victoria. Para su suerte, la de Filipo, Timesteo pereció en la batalla. Eso le dio la oportunidad de ocupar el puesto del fallecido, aunque para ser sinceros, las cosas no le fueron tan bien. En lugar de apoyar al emperador, lo que hizo fue ir en su contra, hasta el punto en el que acabó orquestando su asesinato.
Y de esta manera tenemos otro emperador muerto a manos de su prefecto, que debería al menos inicialmente, ser de su confianza. Otro ejemplo de la implicación de los prefectos del pretorio en una muerte y sucesión imperial tuvo lugar en tiempos del emperador Numeriano.
Este acompañó a su padre Caro a una campaña en Oriente. Caro era el emperador, y murió dice que fulminado por un rayo. La cuestión fue que Numeriano le sucedió en el cargo, pero su prefecto del pretorio, de nombre Apro lo despachó en poco tiempo. Pero lo hizo de una manera muy poco común. Acabó con su vida pero mantuvo oculto el cadáver en su tienda durante un largo período. La treta era difícil de mantener, ya que les dijo a los soldados que el emperador tenía una dolencia ocular y no podía salir de la tienda.
Pan para hoy, hambre para mañana. Y es que el hedor del cadáver hizo sospechar a los soldados, que no tardaron en descubrir lo que había ocurrido. Fue el general Diocles el que acabaría con la vida del prefecto y sería proclamado emperador por las tropas con el nombre de Diocleciano.
Diocleciano y la Tetrarquía
Pero Diocleciano era un tipo con visión. Mantuvo en el cargo al prefecto del pretorio de Carino, el otro hijo de Caro al que derrotó, por ser un hombre capaz. Este se llamaba Aristóbulo y cumplió con creces con su función.

En lugar de eliminar la figura del prefecto del pretorio, Diocleciano mantuvo el cargo vigente. Y es que si lo hubiera hecho desaparecer, habría quedado un hueco difícil de cubrir. Tampoco le quitó sus poderes, sino que se optó por designar para el puesto a hombres que habían demostrado ser leales y eficaces. Además buscó con esmero hombres que fueran en cierto modo honorables, virtud poco asociada a ese cargo para seros sincero.
Ejemplos de ese tipo de prefectos nombrados en el período de la Tetrarquía serían Asclepiodoto, prefecto de Constancio I. Este se encargó en el 296 de recuperar la provincia de Britania de las manos del usurpador Alecto, sobre todo por sus dotes organizativas. Este prefecto gozaba de la total confianza del emperador, ya que le cedió a parte de su poderosa flota y numerosas legiones. En otros tiempos, y con otros prefectos, tal vez no habría sido una buena idea.
Otro ejemplo sería el prefecto Rufio Volusiano, que sirvió al emperador Majencio. Este se encargó en el año 309 de recuperar el control de la provincia de África, que estaba sumida en una revuelta popular.
Los cambios de Constantino
Pero todo cambiaría a partir del año 312, cuando Constantino derrotó a Majencio y se hizo la parte Occidental del imperio. Fue entonces cuando decidió reformar la estructura burocrática y militar del Estado. Dentro de estas reformas optó por recortar los poderes del prefecto del pretorio privando a los hombres que ocupaban el cargo del mando militar. Aunque también sabemos que las medidas fueron más contra la guardia pretoriana en sí que contra el oficial que los comandaba.

Así pues, desde finales del siglo II hasta tiempos de la Tetrarquía, la figura del prefecto del pretorio acumuló mucho poder a todos los niveles. Llegó a equipararse su cargo al de un segundo emperador. Y cómo os he explicado, en momentos concretos algunos de estos personajes llegaron a pretender el mismo trono.
Tras la victoria total de Constantino sobre su rival de Oriente Licinio, el papel del prefecto del pretorio cambió. Así, pasó a ser el de un burócrata civil más dentro del entramado estatal. De esa manera el emperador, consciente del poder que estos hombres habían albergado, logró apartarlos de los puestos de influencia. ¿Lo hizo intencionadamente? Todo apunta a que sí, y es que no estaba dispuesto a permitir que alguien le disputara el poder.
Si tenéis ganas de saber más sobre la Guardia Pretoriana, os dejo dos contenidos que os pueden venir bien. El primero es el libro Pretorianos de Arturo Sánchez Sanz:
Versión tapa blanda | Versión e-book |
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Y el segundo es una charla que mantuvimos con este mismo autor en mi canal de Youtube:
Hasta aquí la entrega de hoy. Espero que os haya servido para conocer con más detalle la figura de este cargo de poder dentro del imperio. Nos leemos en la siguiente entrada de ¿Sabías qué?
Dani dice
Interesante artículo.
¿stationarii? No había oído esta palabra nunca ¿quíenes eran? Yo creía que durante el Imperio las únicas tropas eran las legiones y los auxiliares. A parte de en Roma los petrorianos y las cohortes urbanas (estas últimas con funciones más de orden público que militares).
Sergio Alejo dice
Hola Dani,
Se trata de un tipo de tropa estática, una especie de milicia urbana que cumplía la función de vigilancia aduanera, para entendernos en unos términos más actuales. Las únicas tropas sí, pero los pretorianos y las cohortes urbanas por ejemplo también acudían al frente de batalla y entraban en combate en el limes. Y cierto en lo que dices, aunque en momentos claves, donde el emperador iba al frente, le acompañaban varias cohortes de pretorianos que llegado el caso entraban en liza también, y la verdad es que eran muy buenos ya que entrenaban a fondo a diario.
Un saludo y gracias por tu comentario como siempre.
Sergio