Bienvenidos a una nueva entrega de ¿Sabías qué? Esta semana vamos a iniciar una saga que llevo tiempo queriendo hacer. Para ello volveremos a Roma, pero de la Roma bajo imperial, a la que últimamente le estoy cogiendo más que cariño. En fin, que se le va a hacer, esto va por rachas. En cualquier caso, el tema seguro que os gustará ya que quizás haya sido poco tratado. Sería uno de los puntos que pudo determinar en cierto modo un cambio o transformación en las estructuras del ejército. Y es que algunos autores pensaron que fue uno de los puntos clave que desestabilizaron el Imperio. Me refiero a la barbarización del ejército tardo imperial.
Los tratados de Foedus
Pero vamos a entrar en materia, y para ello empezaremos a hablar del texto del tratado de foedus que firmó el emperador Teodosio I en el año 382 con los godos. Un tratado que acabaría con una larga guerra que estuvo a punto de hundir al Imperio, por lo menos a la parte oriental tras el desastre de Adrianópolis.
Pero no creáis que aquel fue el primer tratado de ese tipo que los romanos firmaron. No. Ni mucho menos, ya que el foedus fue una práctica muy habitual. En líneas generales, cuando una guerra concluía, los romanos establecían una especie de tratado mediante el cual se dejaban claras las condiciones en las que el vencido debía contribuir para con el vencedor. Pero esto no siempre se hacía de la misma manera. Podía ser de manera masiva y coyuntural o bien de manera periódica. Eso dependía de las necesidades que tuviera el imperio en cada momento.
Una estrategia no tan mala
Y viéndolo desde el prisma de los romanos, el movimiento parece acertado. Al integrar a esos guerreros en las estructuras imperiales, se les frenaban las ansias de venganza una vez eran vencidos. Era una buena manera de romanizar a la vez que el Estado sacaba provecho engrosando las filas de las legiones. Porque estas también perdían efectivos en esas guerras.
La práctica más habitual era la de enviar a estos foederatii (federados) a la otra punta del Imperio para evitar tentaciones de alzarse contra sus nuevos señores. Una medida sin duda lógica y destinada a evitar futuras tentaciones.
También es de justicia dejar claro que había muchos enemigos, pero también muchos bárbaros (recordad que esa palabra hace referencia a los extranjeros), que querían integrarse en el Imperio. Fueron muchos los pueblos que solicitaron permiso para cruzar el limes y pasar a formar parte del estado romano. Y es sabido que en ocasiones se les permitió la entrada e incluso se les concedieron tierras donde instalarse.
Práctica muy antigua
Sin ir más lejos, en tiempos del gran Augusto, un total de cincuenta mil getas fueron admitidos e instalados en la provincia de Mesia. Tiberio, sucesor del anterior, permitió que unos cuarenta mil alamanes entraran en la Galia y en la zona de Renania.
Bastante tiempo después, el gran Marco Aurelio hizo lo propio al permitir la entrada a tres mil nasristae en territorio romano. Probo, que gobernó más bien poco tiempo, dejó que cien mil bastarnos también cruzaran la frontera . O por ejemplo, Constantino instaló ni más ni menos que a trescientos mil sármatas en las provincias de Tracia, Italia y Macedonia.
Así que, como podéis ver, la política de acceso fue mayor y más antigua de lo que quizás os pensabais. Aunque como siempre decimos debemos analizar esas cifras, ya que a priori pueden parecer algo exageradas. Cómo he dicho antes, fueron muchos los pueblos que solicitaron la entrada. Aunque es de ley decir que en el bajo Imperio quizás los romanos tuvieron menos opciones de frenarlos. Así que las circunstancias les obligaron a tener que admitirlos porque tal vez se les habrían colado de todas maneras.
Tipos de tratados y condiciones
Uno de los puntos clave de este tipo de tratados era que los romanos exigían a los bárbaros que defendieran las tierras que les eran entregadas, además de trabajarlas y pagar los impuestos correspondientes. Estas, normalmente estaban ubicadas en zonas fronterizas. Cómo ya he comentado antes, la firma del tratado también exigía mayormente la entrega de contingentes de hombres.
Sobre los tipos de foedus, es posible que existieran varios modelos, y que cada cual tuviera sus propias clausuras. A día de hoy es difícil saber cuántos había y en que se diferenciaban entre ellos. Por ejemplo, uno de ellos era el de los Gentiles, y es que este término ya de por si es muy general. Sirve para nombrar a los pueblos libres que vivían más allá de las fronteras y para los bárbaros instalados dentro del Imperio. Estos gentiles solían estar integrados en unidades como las Scholae del propio Diocleciano. Hay constancia de que un gran número de gentiles sármatas sirvieron en el ejército de Italia.
Los laeti
Otra condición era la de los Laeti. Sabemos que sólo se encontraban en la Galia y en Italia. En origen la palabra pudo aplicarse a ciudadanos libres de provincias que habían sido prisioneros en tierras bárbaras y que regresaron posteriormente al Imperio. Estos se asentaron en tierras reservadas para ellos y también tuvieron que ceder tropas a los ejércitos romanos.
El estatus de Laeti era hereditario y en ocasiones como sucedió en tiempos del emperador Juliano, los francos salios tras rendirse fueron asentados en territorios imperiales. Con el tiempo, estos francos se acabaron integrando e incluso guardaron mejor relación con los romanos que con sus hermanos del otro lado de la frontera. Para que veais hasta que punto esto tratados servían para llevar la romanidad a los pueblos bárbaros.
Existe una estela funeraria de un individuo que dice ser ciudadano franco y soldado romano, o lo que es lo mismo y dicho en latín: Francus ego cives, Romanus miles in armis.
Asistimos pues a un claro ejemplo de dualidad en la que con el paso del tiempo, esos bárbaros acabarían romanizándose en toda regla.
¿Cómo se formalizaba el foedus?
Pero, ¿de dónde viene ese empleo de bárbaros en el ejército romano? Podemos afirmar que de muy atrás como seguramente habréis deducido vosotros mismos. Recordad que ya os he comentado antes que Augusto, Tiberio o Marco Aurelio ya los usaron en sus tiempos para defender las fronteras del Imperio. Normalmente se solía hacer mediante una alianza con un líder tribal o con un rey que tuviera el estatus de cliente de Roma.
Era habitual que esas tropas de foederati combatieran bajo las órdenes de sus propios comandantes, y junto a los romanos durante la campaña. Al final de esta, solían regresar a sus lugares de origen. Cómo vemos el tratado podía incluir la cesión temporal de tropas. Aunque también podía ser que pudieran formar parte de los ejércitos romanos de manera permanente. Se integraban como destacamentos fijos, aunque separados de las unidades romanas.
Estos reyes o líderes tribales solían estar apoyados por las autoridades romanas. A Roma le interesaba mantenerlos en el poder siempre y cuando fueran leales y sobretodo se encargaran de defender esas fronteras. Más que nada por el insignificante detalle de que ellos no podían protegerlas y era la única manera de poder hacerlo.
Significado de la palabra foederati
Pero definamos si os parece el término foederati para poderlo entender un poco mejor. Esta palabra abarcaría diferentes tipos de tropas. En el bajo Imperio por eso, viene a referirse tanto a las reclutadas entre esos pueblos bárbaros de dentro de las fronteras, como a las que procedían del exterior.
Fue a finales del siglo III cuando la práctica de asentar contingentes de población bárbara se hizo más habitual. Obviamente eso se hacía mediante los tratados que hemos comentado (foedus). Pero llegados a este punto surge otra pregunta. ¿Eran más débiles los romanos por tener que reclutar a estos contingentes? ¿Daban al menos esa imagen cara a sus enemigos? En principio no tenía porque ser así. Sobre todo teniendo en cuenta que estos asentamientos estaban sometidos a la regulación del derecho romano.
Además, las autoridades romanas se encargaron de prestar ayuda a estos asentamientos, así que los bárbaros les tenían que estar agradecidos. Inicialmente lo hacían mediante los correspondientes subsidios, las llamadas annonae foederaticae. Estas se entregaban en forma de especie aunque después se comenzaron a pagar mediante moneda. Todo ello a cambio de recibir esa ayuda militar tan codiciada. Cómo veis todo era un contrato, los romanos pagaban, pero los bárbaros les cedían tropas.
Amplio concepto de la palabra
También era muy probable que la palabra foederati no fuera exclusivamente referente a un único grupo étnico o tribal. Es decir, podría ser que un líder o comandante dirigiera a un contingente formado por tropas de diferentes tribus. Estos foederati normalmente obedecían al alto mando romano en última instancia aunque siempre rendían cuentas directamente a sus comandantes.
Pero ya en el siglo VI, el concepto de foederati del ejército romano de oriente ya cambia sustancialmente. Se trataba de tropas regulares, pagadas, entrenadas y disciplinadas al estilo romano. Los antiguos foederati, los de siglos anteriores, fueron llamados entonces aliados o symmachoi en griego.
Por tanto, esos foederati del siglo VI no eran los mismos que los de finales del III o principios del IV. En ese aspecto debemos ir con cuidado, sobre todo los que nos dedicamos a la investigación, ya que el contenido del término cambiaría sustancialmente.
Hasta aquí la primera entrega de esta serie que voy a dedicar a la presencia de los bárbaros en el ejército tardo imperial. Espero que os haya gustado, y prometo regresar con mucho más contenido sobre este interesante tema. porque queda mucho por explicar aún.
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