¿Qué tal estáis? Sed bienvenidos a una nueva entrega de la sección de mi blog. ¿Recordáis aquella ocasión en la que hablamos sobre el gran rey Sargón de Akkad y su poderoso imperio?
Estoy seguro de que sí, y si no os invito a que le echéis un vistazo. Lo digo porqué así podréis enlazarlo con lo que os voy a explicar hoy. Y es que os voy a hablar sobre el período justamente posterior a la caída de Akkad. Y es que la antigua Sumeria no cayó en el olvido tras la desaparición de los acadios. Sino que volvería a renacer de sus cimientos. Es por ello que el tema de hoy va a ser el renacimiento sumerio y la tercera dinastía de Ur
Caída de Akkad
Teníamos un imperio acadio que había sucumbido a las invasiones de los pueblos de las montañas llamados Qutu o Gutu/i. Sabemos que estos habían llegado a destruir el templo sagrado de Ishtar en la ciudad de Assur o el mismo palacio de Naram-Sin en Tell Brak. Incluso que habían saqueado la propia ciudad de Akkad, la capital imperial.
Además de ello, esas tribus habían ocupado el trono acadio y gobernado la parte central de Mesopotamia. Lo habían hecho sirviéndose de las estructuras de sus desafortunados predecesores. Pero estos Qutu no estaban hechos para gobernar, no poseían las habilidades ni la experiencia tampoco. Por lo que jamás lograron someter los territorios del sur de Mesopotamia. Tampoco los del norte, cuyas ciudades lograron mantener su independencia.
Esas dinastías sumerias que habían estado bajo el yugo acadio durante tantas generaciones podían ahora respirar tranquilas. Los Qutu no suponían una amenaza, ya que tan sólo hacían alguna incursión de vez en cuando, pero a muy pequeña escala.
El resurgir de Sumer
Esos reyes locales, o ensi, como se les llamaba, pudieron recuperar su antiguo poder y poco a poco sus ciudades comenzaron a florecer de nuevo. En esos primeros tiempos parece que los reyes de la ciudad de Lagash se erigieron en los monarcas de la región de la antigua Sumer.
Fue uno de ellos, el rey Gudea, que gobernó entre el 2144 y el 2124 AC., quien destacó por encima de los demás. Pero lejos de ser un conquistador, este ensi destacó por ser un hábil administrador y diplomático. Llevó a cabo una enorme tarea constructora, basada en la reconstrucción de antiguos templos, la creación de canales para regar y potenció el comercio con países y reinos lejanos.
Gudea también reajustó el calendario y reformó el sistema de pesos y medidas para proteger a los menos favorecidos. Como vemos, se mostró muy interesado en la prosperidad económica a la vez que la presión casi inexistente de los invasores le dejó actuar con total libertad.
Eso nos lleva a centrarnos en el resto de ciudades sumerias, que parece que siguieron el mismo camino que Lagash. En poco tiempo los ensi sumerios gozaron de fuerza suficiente como para aventurarse a expulsar a los Qutu. Y así fue como el rey de Uruk, Utu-Hengal, que reinó entre el 2120 y el 2112 AC se encargó de eso. Al frente de sus tropas se enfrentó en campo abierto al ejército de los montañeses y les derrotó de manera aplastante.
De esa manera consiguió expulsarlos de Mesopotamia definitivamente, ya que eran una minoría entre la población. Este ensi, aprovechó la victoria para expandir los dominios de Uruk. Comenzó por la parte meridional de Mesopotamia, pero al cabo de poco apareció Ur-Nammu, ensi de otra poderosa ciudad, Ur. Este le arrebató el control de la zona. Ur-Nammu gobernó entre los años 2112 y 2095 AC, y fue el encargado de fundar una nueva dinastía que se encargaría de fundar un nuevo imperio.
La tercera dinastía de Ur
Desde ese momento, y a lo largo de un siglo, se produjo una centralización política y económica acompañada de una integración territorial. Eso favoreció a la solidez del imperio, a diferencia de lo que le sucedió años atrás al imperio acadio, que jamás logró conseguir tal integración.
Ur-Nammu se hizo llamar “Rey de Sumer y Akkad” y llevó a cabo una política destinada a lo que antes he comentado. Para conseguirlo dividió el territorio en diferentes provincias. Las dinastías que gobernaban hasta el momento fueron sustituidas por funcionarios que dependían del poder central. También unificó pesos y medidas para otorgar elementos comunes y de unión, a la vez que elaboró un catastro.
Este rey fue el encargado de mandar erigir el impresionante zigurat de Ur. A su vez rodeó la ciudad de murallas y amplió los muelles del puerto, devolviéndole de esa manera su antiguo esplendor comercial. A su muerte, dejó un imperio muy sólido, y fue su hijo, Shulgi, que reinó entre los años 2094 y 2047 AC quien prosiguió su tarea.
Los sucesores: Shulgi
Pero como ya le ocurriese en su día a Naram- Sin, el nieto del gran Sargón, este Shulgi perdió un poco la chaveta. Y es que también quiso estar a la altura de las divinidades, y llegó a proclamarse hermano de Gilgamesh, el héroe semi divino legendario de la cultura sumeria.
Además mandó que se construyeran templos en su honor a la vez que también se compusieron himnos adorándole. Por otra parte, en el aspecto más terrenal, este monarca hizo cosas más humanas. Construyó una enorme red de caminos y mandó construir puestos de descanso escalonados por días. Reorganizó el ejército de una manera eficiente y promulgó un código de leyes. Pero parece ser que las fuentes se lo atribuyeron erróneamente a su predecesor. Este código estaba destinado a regularizar la economía y a mantener el orden social.
También sabemos que Shulgi emprendió una serie de campañas militares destinadas a hacerse con el control de las rutas comerciales. En este caso se centró en hacerse con las que transcurrían por el norte de Mesopotamia. Las fuentes le atribuyen nada más y nada menos que once campañas militares. Fruto de ello mandó construir una serie de fortificaciones para mantener a raya a los pueblos de origen hurrita del otro lado.
Organización de las ciudades sumerias
Como ya he comentado antes, las ciudades eran dirigidas por funcionarios estatales. La excepción fue de Mari, situada en el alto Éufrates. Esta ciudad conservó cierta autonomía, aunque siempre dependiendo del poder central. Esa paz interior que vivió el imperio, permitió un incremento demográfico y productivo. Eso llevó a que apareciesen más núcleos de población de grandes dimensiones.
Shulgi no fue un monarca ignorante, sino más bien todo lo contrario. Mostró un interés creciente por las artes y el saber. Sabemos que él mismo fue un músico experimentado, y se encargó de fundar escuelas de escribas en ciudades importantes.
Amar-Sin y Shu-Sin
Le sucedió su hijo, Amar-Sin, (2046-2038 AC) que logró consolidar el dominio de Ur a lo largo de toda la cuenca del río Tigris. Este pobre hombre no duró demasiado, y a su muerte le sucedió su hermano, Shu-Sin (2037-2029 AC). Este monarca tuvo que hacer frente a la incursión de otra tribu de las montañas, los llamados Su.
Todos estos pueblos de la periferia, a los que se les llamaba salvajes, se veían arrastrados a moverse continuamente. Lo hacían a causa de la presión a la que eran sometidos por los sumerios. Estos buscaban hacerse con el control de cada vez más mercados, y más recursos. El hambre y la miseria les empujaba a tener que lanzarse contra los sumerios irremediablemente.
Hasta aquí la primera parte sobre el resurgimiento de los sumerios. La semana próxima acabaré de explicaros esta historia. Un saludo y hasta la próxima entrega de ¿Sabías qué?
María dice
Me gusta la historia, me encantó el artículo. Estaré esperando novedades
Sergio Alejo dice
Muchas gracias por el comentario y ya las irás recibiendo.
Un saludo María.
Sergio Alejo
Daniel dice
Hola,
Ten cuidado con los nombres de personajes, que son importantes y revelan ciertas cuestiones de fondo.
Shulgi no se escribe «Shulgui», aunque se pronuncie terminado en «gui». El nombre proviene del sumerio «Shul-gi». La partícula «gi» tiene varios significados, como bien sabes, ya que el sumerio se caracteriza por su polisemia. Así pues, «gi» puede significar tanto «juntos, cañas o cañaverales», como «autóctono, de la tierra». Súmer se conocía como «Ki-en-gi», cuyo término está sometido a las distintas polisemias ya aludidadas anteriormente.
Por otra parte, también incluyes en un epígrafe el nombre «Amor-Sin», que no se sabe si es una proyección de alguien que no tiene amor y se manifiesta en el texto, o si es una errata, fruto de la velocidad e irreflexión con la que se escribe. Quiero pensar que sólo es una errata, ya que, más adelante, sí colocas bien el nombre «Amar-Sin» o «Amarsuen», en este caso, hay distintas formas de escribirlo, y todas correctas, la única inválida es la del epígrafe.
Saludos cordiales.
Sergio Alejo dice
Muchas gracias por las aclaraciones en ambos aspectos. El del primero obviamente no lo sabía y el segundo que comentas se trata simplemente de un error al escribir tan rápido.
Un saludo cordial para ti también,
Sergio