Bienvenidos a una nueva entrega de ¿Sabías que? Esta semana voy a continuar con el relato que dejé con la muerte de Estilicón. Dejé la historia como recordaréis en el momento en el que Alarico avanzó hacía Roma dispuesto a hacer pagar a Honorio la afrenta por no cumplir el acuerdo que había firmado con Estilicón. Así que, preparaos porqué hoy vamos a hablar de Alarico y el saqueo de Roma.
Alarico al frente de su enorme ejército se estableció en las afueras de Roma y dio comienzo a un bloqueo en el invierno del 408 al 409. Los godos conquistaron Portus, la gran ciudad portuaria que abastecía a la ciudad eterna. De esa manera se cortaron la mayor parte de los suministros.
En ese momento de desesperación, sin alimentos y con un enorme ejército sitiando la ciudad, muchos comenzaron a perder la razón. Incluso se tomaron medidas desesperadas. Una de ella fue la de ejecutar a Serena, la esposa de Estilicón. A la que acusaron de estar en connivencia con los godos. Además, algunos senadores pidieron que se retomara la vieja costumbre de hacer sacrificios humanos y otro tipo de rituales paganos.
Según palabras de Zósimo, el obispo de Roma (el que pasaría a ser llamado Papa de Roma) llegó a aceptar esos ritos siempre y cuando se hicieran en secreto. Sea verídico o no, imaginad como estaba el patio y el personal en aquel momento.
¿Y el emperador?
Parece que Honorio no hizo nada desde Rávena. Se limitó a aguardar a ver que sucedía en la ciudad. Pero las cosas pintaban muy mal, sobre todo cuando miles de esclavos, muchos de ellos esclavos godos capturados durante las guerras contra Radagaiso, se escaparon de sus dueños y se unieron al ejército de Alarico.

Sin un emperador que diera la cara, los romanos se dieron cuenta de que estaban solos. Y es que Constantino III continuaba siendo una amenaza para Honorio. El joven emperador demostró una vez más ser un hombre o más bien dicho un niño con pocos recursos. Sin Estilicón, todo parecía perdido. Imagino que se estaría arrepintiendo de haber ordenado la ejecución.
En cualquier caso, el Senado de Roma se vio obligado a entablar negociaciones con el rey godo. Optaron por pagarle a Alarico, a la vez que enviaban una delegación al emperador instándole a iniciar negociaciones. Y es que Alarico seguía queriendo que se le concediera un estatus oficial dentro del sistema imperial. Por ello y para suavizar el tema y poder conseguir su objetivo, retiró a su ejército un poco más al norte, hasta Arminium.
Negociaciones entre romanos y godos
Aunque el emperador aceptó negociar, las cosas no fueron muy bien. Y es que de nuevo Olimpio, aquel que se benefició de la muerte de Estilicón, se negó a concederle ningún cargo imperial al rey godo. Eso no agradó a los nobles ni al emperador, y Olimpio se vio obligado a exiliarse para ser posteriormente ejecutado.
Y tras la desaparición de este nefasto consejero, apareció en escena otro nuevo presto a ocupar una posición de poder. El elegido fue un tal Jovio, que era hasta entonces el prefecto del pretorio en Italia. Hasta entonces era el hombre que llevaba las negociaciones con los godos. Alarico pidió que se le entregara la provincia de Noricum u otra similar. Pero los romanos no aceptaron, ya que detectaron que el rey godo aflojaba en sus peticiones. Había cambiado sus demandas y ya no quería un cargo estatal.
Pero nada más lejos de la realidad. Alarico volvió a marchar hacia Roma y estableció un bloqueo de nuevo. El rey godo urdió una treta y convenció a un senador de la ciudad, un tal Prisco Atalo para que aceptara ser proclamado emperador. Eso la ponía a él en una posición ventajosa, ya que su negociación sería con un hombre de paja. Así pues, Alarico fue nombrado magister militum.
El trono de Occidente en peligro
El nuevo emperador y su magister militum emprendieron una campaña en África para tomar el control. Pero los leales a Honorio resistieron con firmeza. Así que optaron por ir a Rávena y poner en apuros al emperador, que llegó a plantearse la posibilidad de aceptar a Atalo como colega. Aunque la llegada de 4 mil soldados del imperio de Oriente fortaleció la determinación de Honorio. Las negociaciones que se habían reemprendido se dieron por concluidas de nuevo con un fracaso rotundo.
Alarico no tardó mucho en destituir a Atalo, ya no le servía de mucho. Justo entonces, un oficial godo al servicio del emperador, de nombre Saro atacó por sorpresa al ejército sitiador. Aunque no fue más que una escaramuza, el rey godo se hartó de la actitud de los romanos y marchó una tercera vez contra Roma.
Aquella vez sí que iba a ser la definitiva. Los propios godos pidieron a Alarico que diese el golpe definitivo. Además, la ciudad contaba con una guarnición escasa para defender una línea tan larga de murallas.
Asalto y saqueo de Roma
La suerte de la ciudad estaba echada, y el 24 de agosto del 410, según la tradición, Alarico ideó un plan para entrar en la ciudad. Según las fuentes, entregó 300 esclavos a los romanos en señal de agradecimiento por haber aceptado pagar tributo. Esos esclavos en realidad eran guerreros godos que una vez dentro de la ciudad se liberaron y acabaron con los guardias. Luego abrieron la puerta Salaria y dejaron entrar a los suyos.
Aunque esa no es la única versión de la entrada de los godos en la ciudad. Otros autores manifiestan la posibilidad de que alguien de dentro les hubiera abierto las puertas.

La cuestión fue que los godos tuvieron tres días para saquear Roma, con todo lo que aquello supuso. Las casas y los monumentos fueron expoliados, aunque Alarico dio la orden de respetar las iglesias y al clero. Pese a que el saqueo fue ordenado, no dejó de ser una acción humillante para los romanos. Hacía más de 800 años que la ciudad no había sufrido uno. El último el de los galos de Breno hacia el 387 a. C.
Con esa acción, los hombres de Alarico fueron recompensados por su rey. Se llevaron un botín inmenso de una ciudad que pese a no ser tan opulenta como antaño, era de las más grandes y ricas del momento. Honorio no había movido ni un dedo por salvar a la ciudad eterna, demostrando de nuevo ser un inepto en toda regla.
Además, los godos capturaron a la hermana del emperador, a Gala Placidia. Tras aquello las negociaciones parecieron romperse definitivamente. Aunque Alarico volvió a solicitar a Honorio ser nombrado magister militum de los ejércitos de Occidente. Eso sí, hay que destacar que jamás le sería concedida tal demanda.
¿Y después de Roma?
Rechazadas sus pretensiones de nuevo, el siguiente paso era hacerse con la rica provincia de África. Ese había sido siempre un objetivo que había tenido en mente el rey godo. Así que marchó hacía el sur para reunir una flota para llevar a los suyos hasta el objetivo. La posibilidad de controlar la zona que aportaba suministros a Italia era muy tentadora, y podía hacer que Honorio se acabase rindiendo del todo.
Pero no todo le iba a salir bien, y la flota fue mayormente destruida por una serie de tormentas frustrando las intenciones de Alarico. Los godos nunca destacaron por ser buenos navegantes y pagaron cara su osadía de adentrarse en un mar desconocido para ellos. Aunque habían sido piratas en el mar Negro parecía que el Mediterráneo era otra cosa. Pero eso no iba a ser lo peor de todo, sino que para infortunio de la tribu y sobre todo para su líder, la muerte estaba al acecho.
Muerte de Alarico
Y es que al cabo de poco, en Cosenza, la muerte le sorprendió. Fue una terrible noticia para sus fieles, que según cuenta de nuevo la leyenda (ya que no podemos confirmar si fue cierto o no), le enterraron en el lecho de un río tras desviar su curso. Posteriormente volvieron a hacer que el agua fluyera por su curso natural dejando sepultada la tumba y sus riquezas. Como mandan los cánones en estos casos, los esclavos que la construyeron fueron debidamente ejecutados.
¿Mito? ¿Realidad? Eso no se sabe, aunque es una parte más de la leyenda que envolvió a este joven rey que falleció siendo muy joven, quizás rondase los 40 años.
Pero, os formulo ahora una nueva pregunta llegados a este punto. ¿Dejaron de ser los godos un problema para el imperio occidental tras la desaparición de su caudillo?
Pues para saber más sobre ello, os invito a que estéis atentos a futuras entradas de mi blog. Porqué la historia de estos tiempos convulsos aún no ha tocado a su fin.
¡Un saludo!
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